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El impacto de las ejecuciones extrajudiciales en Caracas

Este testimonio, interpretado por Elba Escobar, recoge las historias comunes que comparten Daniela, Andrea, Claudia, Rafaela, Marta, María Andreína, Antonia, Carla, Estrella y Laura. Diez mujeres de diferentes parroquias de Caracas que han tenido que vivir en carne propia la tragedia de perder un ser querido de forma repentina a manos de algún cuerpo de seguridad. Diez mujeres a las cuales el Estado venezolano no les proporciona justicia y son la representación de cómo la política sistemática y generalizada del Estado está enfocada en ejecutar a los hombres jóvenes de sectores vulnerables de la ciudad, sin tener en cuenta las repercusiones que estas acciones causan en los seres queridos de las víctimas y las comunidades donde ocurren los hechos. Diez mujeres que no han podido decir adiós.

Diez que son miles

Esta es una investigación donde se reflejan diez testimonios directos de la situación a la que se ven sometidas las madres, hermanas, tías, abuelas y esposas de víctimas de ejecuciones extrajudiciales. Un contexto dramático y desatendido por todos los niveles de gobierno del país. Propiciado para intimidar y coaccionar a las poblaciones más vulnerables. Dejando huellas que son imposibles de borrar en las afectadas y en el inconsciente colectivo de un país arropado por la violencia.

Diez mujeres
caraqueñas, miles de
mujeres venezolanas

Sus testimonios, acompañados de fotografías que ellas realizaron, describen la realidad que hoy viven.

“Anoche no pude dormir, todavía no puedo dormir en las noches. Por cierto, hoy estoy trasnochada porque no pude dormir anoche. Tienes noches donde simplemente no logras conciliar el sueño, desde que mataron a mi hermano no he podido dormir bien”. Fue lo que nos dijo Claudia al momento de preguntarle sobre cuáles habían sido los cambios que había experimentado después de que funcionarios de las FAES mataran a su hermano en el hogar compartían.

Claudia

«Son mis dos hijos y, en el fondo hay una viga que arrancaron para decir que mi hermano se escapó porque ellos dijeron que fue un enfrentamiento»

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Laura

«En esta foto hay demasiado dolor y tristeza, es lo que siento cada vez que miro eso. Con eso fue que mataron a mi hijo, él tenía puesto esos zapatos y esa gorra. Mi hijo de 11 años fue el que le quitó la gorra cuando él cayó al piso, y él lloraba, la abrazaba y la besaba. Por eso decidí guardarla.»

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Entre las repercusiones en la dinámica de vida de Laura, destaca que su hijo la ayudaba con los gastos de su casa. Hoy tiene que lidiar con las consecuencias emocionales que deja una pérdida como esa y también servir de sustento para sus otras hijas menores. “Uno tiene que aprender a vivir con esto. Se ha vuelto muy difícil comer tranquila. Si no fuese por mis otros hijos yo no podría más. Tengo bastantes pesadillas con las muertes de mis dos hijos. Cuando se va acercando la fecha otra vez la pasó mal”.

“Mi hijo llegó a la casa y me pidió hacerle una arepa porque tenía hambre, Quedó con hambre y me pidió hacerle otra, esa arepa se quedó en el budare, no le dio tiempo a comerla, ya estaba muerto. Eso fue en cuestión de segundos. Yo escuché la puerta, un disparo y un grito. Él estaba de espalda en la puerta del balcón y su primer disparo se lo dieron en la nalga, en el glúteo izquierdo y después el funcionario lo hala por la franela lo tira al piso, le monta las manos cruzadas, y monta su rodilla de la pierna derecha y pregunta que, si se lo podían llevar y desde el comedor de mi casa le dicen que no, que le den un tiro”.

Rafaela

«Cada vez que yo estoy lavando y veo eso —el jarrón con el impacto de bala— recuerdo ese momento. Es un recordatorio constante de lo que pasó ese día. No hay un domingo que yo no piense que un domingo 6 de agosto lo mataron a él»

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Marta

«Cuando tomé esta foto, decidí hacerlo ahí porque era su casa. Ahí llegaron, lo sacaron, lo vimos. A veces mi mamá y yo nos sentamos ahí a pensar.»

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“La policía llegó a mi casa y mi mamá, que estaba despierta porque estaba rezando, les abrió la puerta. Ellos entraron, prendieron todas las luces, despertaron a todos los que estábamos en la casa y entraron como buscando algo. Nos asomamos por el balcón y vemos que los policías están entrando al cuarto de mi hermano y de ahí no vimos más nada hasta que escuchamos unos tiros”.

Ellas no confían en la justicia y por eso, decidieron no denunciar ante la fiscalía

Estrella

«Esa mujer está llorando en ese momento de manera desconsolada. No hay consuelo para aliviar ese dolor de ese momento. Esa mujer soy yo.»

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“Soy de las que cree que aquí los muertos de este tipo de personas (cuerpos de seguridad del estado) no lo pagan ellos mismos, aquí no hay culpable. Y ya me demostraban a mí que no había culpable cuando ellos decían que fue un enfrentamiento, cuando no fue ningún enfrentamiento. La bala perforó, entró, no reventó, no hizo hematoma, no tuvo ningún tipo de maltrato en el pecho. Simplemente entró y la bala quedó allí. No me pueden decir ni siquiera que es que corrió porque si corres pues la distancia de la bala fuese mayor y no fue así”.

“Yo lo que quisiera en realidad es que ellos averigüen bien la vida de la persona porque la persona puede ser lo que sea, pero nadie tiene derecho de venir a quitarle la vida así a las personas. Nadie tiene derecho. Sí cometió un error ponlo a pagar su error que cometió, pero tú no puedes matar a alguien porque te cayó mal. Esos organismos tienen las mismas caras y eso no tiene ni pies ni cabeza, el FAES cambió el nombre, pero son las mismas lacras”.

Andrea

«Esta es mi máquina de coser. Coser me ha ayudado muchísimo a seguir adelante, distraer la mente y de momentos olvidarme de la muerte de mi hijo»

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Antonia

«Me impactó, hasta el día que tomé la foto no había visto la mancha de sangre en la pared. Sentí un bajón en mi cuerpo porque no me lo esperaba»

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“Lo que me daría miedo es que ellos fueran a meterse nuevamente a mi casa. Aunque te soy sincera, no siento miedo y con mis hijos quisiera es más que todo meterlos en un deporte y ponerlos a que se distrajeran la mente, darles mejor enseñanza. A veces me ayuda a entretener la mente en cosas productivas para mejorar. Porque parimos hijos, más no condiciones, pero todo está en la madre y de uno parte lo que uno quiera crear para sus hijos y yo quiero que ellos se metan en deporte, que distraigan la mente, que conozcan otro ambiente, otras cosas, para que no caigan en mal”

“Yo creo que esto quedó aquí. De hecho, la persona que lo mató quedó preso, no por este caso, pero al menos no está en la calle por ahí, él es una persona muy mala. Yo quisiera que esa persona que está presa no solo pague por ese otro caso en el que está preso, sino que también pague por la muerte de mi hermano. Por mucho que mi hermano tal vez no era la mejor persona él no tiene derecho a quitare la vida a nadie”

Carla

«La elegí por lo que sucedió. Esa misma noche yo estaba muy inquieta y mis amigas me insistieron en no tomar fotos ese día. Siento que esta foto representa que ellos estaban ahí, ellos hicieron lo que hicieron ahí. Siento que es una injusticia»

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Desde la implementación de las OLP en 2015, pasando por la creación de las FAES en 2017 y manteniéndose hasta la actualidad, la letalidad policial se ha convertido en un elemento permanente de la vida de los ciudadanos, especialmente aquellos en situación de vulnerabilidad.

Estos hechos en Venezuela no son registrados de la mejor forma por las instituciones de gobierno: el Ministerio de Interior y Justicia registra todo homicidio a manos de cuerpos de seguridad del Estado como “muertes en enfrentamientos” o “en investigación”, aun cuando existe evidencia, testimonios, informes por organizaciones nacionales e internacionales y señalamientos que sustentan posibles ejecuciones extrajudiciales por parte de funcionarios adscritos a los cuerpos de seguridad.

Ese sentimiento de desconfianza en el sistema de justicia se replica en la mayoría de las participantes de la investigación. Un sentimiento de desconfianza caracterizado por la creencia de que no se hará justicia y la impunidad prevalecerá.

Diez que son miles

Diez que son miles es una investigación que expone la violación directa a los derechos humanos de las víctimas y sus familiares, así como se suma a la actividad de diferentes organizaciones de la sociedad civil dedicadas al registro de estos hechos.

Descarga aquí la historia de Daniela, Andrea, Claudia, Rafaela, Marta, María Andreína, Antonia, Carla, Estrella y Laura.

Diez que son miles
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